Eran las 2:30 de la tarde. Ya habían pasado 30 tediosos minutos de la clase. Ella estaba sentada junto a la puerta y su vestido rojo iluminaba la habitación. Sus extensiones de color oscuro caían perezosamente sobre su diminuta copa B. Perfectamente sentada en su silla, miraba la clase en una falsa muestra de atención y hacía que los pocos hombres de la clase de hito en hito posaran su mirada en ella.
Ella. Antes llena de vida y sonriente, ya no sentía nada. A duras penas oía el murmullo de la clase y veía la imagen borrosa de la profesora caminando de un lado para el otro durante la clase. El mundo en el que estaba le parecía tan irreal, intentaba comprenderlo pero y había perdido todo contacto con la él. Ahora solo pensaba en su templado estomago y la felicidad que había borrado todo rastro del dolor y la soledad.Ese día era un buen día, finalmente había logrado su meta. Ella. La chica tímida a la que nadie tomaba enserio. Ella. A la que tantas veces dejaron de un lado pero rescataban cuando era necesario. Nunca pensó que sería la persona que estaba sentada sobre esa horrible silla. Con solo 19 años un día decidió matar a esa chica dulce, amable y sumisa de la que todos se reían.
Aquella mañana tomó su té como todos los días, e inmediatamente después su corazón comenzó a latir desesperadamente. Su ansiedad aumentaba al saber que ese miércoles, como todos los miércoles de un duro año, se subiría a la báscula. Si, tenía miedo. Ya se acercaba su cumpleaños y quería lucir un lindo vestido rojo, elegido especialmente para la ocasión.
Faltaban aún 4 miércoles para la fecha tan esperada, así que dejó su tasa a un lado, se quitó su pijama y totalmente desnuda se posó sobre su báscula. Contuvo su respiración. Un segundo de silencio.
Finalmente, lo que tanto había deseado. El número 40 apareció en la diminuta pantalla.
Ya no tenía fuerzas para celebrar, ni con quien, solo esbozó una sonrisa y buscó su vestido rojo. Le quedaba perfecto. Arregló su cabello, puso perfume en su cuello, montó unas lindas sandalias y se fue extasiada a su clase.
Sabía que la dedicación de todo un año finalmente daría frutos. Lucho con uñas y dientes contra el mundo que en tantas ocasiones se había reído y la había llamado gorda, pero lo más importante, lucho contra sí misma y pudo liberar a la princesa que llevaba en su interior.
Ya no tenía amigas, siempre pensó que ningún trió era bueno y no se sentía cómoda con las personas que tanto la lastimaban. Con los hombres nunca había tenido suerte.
Ahora eran solo ella y su vestido rojo.
Espero os haya gustado. Mañana el final.
XOXO
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